2020 salvaje: el terrible inicio de una nueva década
Los primeros días del año surcados por una escalada de violencia.
Cuando se esperaba un inicio de año razonable y calmo, el azar volvió a jugar su partida y fue nefasta. La mayoría, brindó por unas fiestas en paz, abrazó a la “humanidad”con esperanza y le auguró“un próspero Año Nuevo”. Apenas unos segundos después, sin embargo, el espectáculo del horror prendió faroles e hizo olvidar por completo el profundo deseo de armonía.
Como si alguna fuerza hubiera autorizado a las masas hambrientas de sangre y de venganza, no pasó un día sin que la noticia policial sea protagonista.
Titulares incendiados de crímenes morbosos, imágenes de golpizas multitudinarias entre jóvenes, víctimas de femicidio repudiadas por su propia familia, comunidades haciendo justicia por mano propia. Cada crimen se olvida con el siguiente, pero mientras tanto se consume como el penúltimo capítulo de una serie.
En Melchor Romero, tres miembros de una familia fueron descuartizados, y el asesino sería un menor de 17 años, hijo de una de las víctimas. En Devoto una mujer murió al ser arrojada por las escaleras por su pareja; al mismo tiempo que su suegra declaraba en televisión que “la mina era una putanga y se lo merecía”. En Quilmes un hombre desapareció la misma noche del 31: lo encontraron ahorcado en Corrientes, con una carta en la que explicaba que se quitaba la vida porque “no soportaba la carga de los abusos sexuales que le adjudicaban”. En Ituzaingò, un femicida apuñaló a su mujer en el pecho, y los vecinos lo retuvieron a los golpes para que no huyera. En Caballito, La Plata, Mar del Plata y Bahía Blanca: se mataron a los golpes entre todos; una batalla campal “para celebrar las fiestas” que terminó con pérdidas materiales y decenas de adolescentes heridos.
¿Cuánto mejores pudo haberlos vuelto aquel noble propósito al levantar la copa? Besarse, llorar, perdonarse, y prometerse ser mejores… Probablemente muy poco, y quedó demostrado.
El antecedente surcará un rato en la memoria como un pésimo principio de década, pero va más lejos que el calendario y tiene raíces mucho más profundas. Los salvajes asolaron–ésta vez entre el 31 y el 1-, pero pudo haber sido – y lo será- otra semana de otro mes con la misma virulencia. Un cuerpo social metastásico, se ríe de la agenda y sigue su deterioro hasta la ruina.
Solo hay una explicación, y no remite al esoterismo: los bárbaros no saben de lógica ni miran el calendario.
La sociedad esta irreversiblemente enferma. Podrida desde los cimientos. Carece de recursos para resolver. Un conjunto anómico y revulsivo conformado por seres capaces de lo más malo. Ya nadie resuelve con el diálogo: los puñales y los golpes son más efectivos que las palabras, porque la intención no es conciliar con el otro, sino eliminar al otro. Brutalmente. De ser posible causándole dolor. Es angustiante conocer el vertedero infinito por donde se escurre la sangre. Asesinatos, descuartizamientos, golpes, abusos, puebladas: un repertorio inagotable de violencia en todas sus variantes. Sucedieron entre el 31 y el 1, y volverán a suceder cualquier otro día.
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