Y recién ahora lo puedo decir, ahora que pasó con su fanfarria de renos y trineos, a gozar de otro año de rascarse lujuriosamente las barbas (fino modo de decir) hasta el próximo año en que deberemos aguantarlo de nuevo.
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wargon
Lamentablemente, algunas mujeres quedan adictas a los "amores piojos", como mi amiga, que se entrega al sufrimiento amoroso con la avidez de Drácula en un banco de sangre.
Es difícil atravesar cualquier conversación social sin escuchar la pregunta: ¿de qué signo sos? O enterarse de qué signo es nuestro interlocutor. Sabido lo cual, se exclama: "Claro, ya me parecía". Pues bien, habiendo sido yo misma una horoscopera, digo con todo respeto: "¡fangulo!"
Las mujeres podemos ser divididas de distintos modos: jóvenes y viejas, tetonas y tablas, linda y fuleras, y cuando el tiempo avanza va quedando de cada una su condición esencial, esa que se mantiene en alto cuando las lolas se han caído.
Pocas cosas me producen tanto rechazo como los varones que no quieren reconocer a un hijo.
Altas iras desató en mi anterior columna una apreciación que reproduzco: "Entendiendo que una abuela caliente suena algo obsceno, por esto es que hay muchas que, al menos de palabra, se han retirado de la cacería". Es el momento entonces de rectificar parte de esta afirmación y ratificar la que creo cierta.
La sabiduría popular afirma que es mas fácil que un terrorista árabe te vuele en el Aeroparque de Anillaco, que una divorciada con hijos vuelva a casarse. Creo que todas lo sabemos pero es difícil que alguna deje de intentarlo.
El que inventó el proverbio "Más vale un buen vecino que cien parientes", no debe haber conocido a mis vecinos.
Hay varones que por su "huidiza" manera de ser, merecen el repudio unánime de las mujeres pero son muy pocos los que alcanzan a sostenerse en esa fuga permanente.