Fueron doce tiros a corta distancia. Ocho impactaron en su espalda. Mariano Poggini no tuvo chance de defenderse. Como si fuera poco, cuando estaba en el piso le dieron el tiro de gracia.
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Ser amigo de un prófugo de la justicia no es delito. Ayudarlo a permanecer clandestino, sí. Eso se llama encubrir.
La secuencia parece repetida, calcada. Los casos son iguales. Cambian las víctimas, cambian las zonas, pero la crueldad delictiva es la misma: el lema es el mismo.
Un crimen, dos hermanos, un venganza, y una víctima equivocada. La trama secreta de la muerte de Juan Pedro Tuculet.
Una combinación letal. Una nena de la calle. Cinco adictos al paco. Un ataque sexual. Y un final cruel, perverso. La nena asesinada; su cuerpo destrozado. Como si fuera poco, la testigo clave del caso: una nena de 15 años.
A seis años del asesinato de Solange Grabenheimer, en su PH de Florida, la Justicia deberá decidir este año si confirma o no la absolución de la principal sospechosa del caso, Lucila Frend.
Desde que desapareció Erica Soriano en agosto de 2010, su familia apuntó a Daniel Lagostena, su pareja. Después de un año y medio de investigación y sin que apareciera el cuerpo de ella, o algún dato certero sobre su destino, el fiscal se decidió a detener al acusado.
Hay dos formas de favorecer a un asesino. Apropósito o por negligencia. El asesinato de Nora Dalmasso en Córdoba hace seis años es un claro ejemplo de lo mal que se investiga en la Argentina. Y la pregunta es la misma: ¿Se investigó de forma intencional, o hubo impericia?